viernes, 27 de octubre de 2017

Apuntalar el crecimiento económico requiere más gasto público y mejores salarios

Ante la retirada paulatina de la inyección monetaria del BCE

  • Ni las instituciones europeas ni el Gobierno español han tomado medidas para que el agotamiento de la liquidez monetaria del BCE no perjudique la actividad y el empleo
  • Los factores excepcionales que han impulsado la fase expansiva se agotan y necesitamos políticas que prioricen el empleo de calidad y la lucha contra las desigualdades

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha decidido hoy mantener el tipo de interés de referencia en el 0%, el nivel mínimo que mantiene desde marzo de 2016, así como los tipos de facilidad de préstamo (0,25%) y de depósito (-0,25%), y ha afirmado que continuarán así por un período de tiempo prolongado. Por otro lado, ha anunciado que reducirá a la mitad (de 60.000 a 30.000 millones) la compra de activos en enero del próximo año, continuando la senda que ya inició en mayo de este año, cuando la redujo de 80.000 a 60.000 millones. Es una actuación prudente, que ya había sido avanzada (aunque sin concreción) meses atrás por el propio Presidente de la entidad, Mario Draghi, y que no debería sorprender a los mercados ni tener efectos negativos sobre la evolución de la economía real de los países de la eurozona.

No obstante, hay riesgos que deberían tenerse en cuenta, porque ni las instituciones europeas ni el gobierno español han hecho aún sus deberes para asegurar que esta decisión no perjudique a la actividad y al empleo. Desde el BCE, y con especial énfasis su Presidente, han venido poniendo de relieve dos cuestiones clave. De un lado, que la política fiscal (gasto e inversión pública) debe complementar el efecto expansivo que la política monetaria ha venido teniendo en los últimos años, y que no se podría mantener sine die. Sin embargo, esto no ha sucedido, o no al menos con la intensidad que requiere la situación. De otro lado, ha manifestado la necesidad (junto a otros influyentes organismos internacionales, como el FMI) de que termine la devaluación salarial impuesta desde 2010 con las políticas de austeridad aplicadas, porque se necesita un mayor empuje del consumo de las familias para consolidar la reactivación económica y la creación de empleo. 
Esto tampoco está teniendo lugar, y las retribuciones salariales apenas crecen, a pesar de que el PIB sí lo hace y las empresas obtienen ya beneficios superiores a los que tenían antes de la llegada de la gran recesión pasada.

Política fiscal e inversión

La reactivación, tanto en España como en el conjunto de la zona euro, tiene riesgos, y debe apuntalarse. Para ello, la receta es clara: un mayor papel de la política fiscal (realizar una reforma fiscal integral de la que resulte globalmente un aumento de los ingresos públicos y de la tributación de los que más tienen), con mayor gasto público en partidas esenciales y con más inversión pública en sectores y actividades claves para el desarrollo (como el I+D+i y las TIC) y generar mejor empleo, de más calidad y con mejores salarios. Es lo que viene defendiendo UGT, consciente de estos riesgos y de la importancia de que el conjunto de la clase trabajadora, que conforma la mayoría social del país, gane poder de compra y mejore su calidad de vida.

Pero el Gobierno no está tomando las medidas adecuadas. Insiste en mantener recortes en las políticas esenciales que sustentan el estado de bienestar, y que son esenciales para consolidar el crecimiento: sanidad, educación, pensiones, prestaciones por desempleo. Tampoco dedica los recursos necesarios a las políticas de empleo. Insiste en mantener la reforma laboral de 2012, que es la principal culpable de la baja calidad del empleo que se crea y de la devaluación salarial. Y sigue presionando para que los salarios, tanto de los empleados públicos como de los del sector privado, crezcan menos de lo que es necesario, impidiendo que el bienestar llegue a la mayoría de hogares.

Hace tiempo que sabemos que nuestro crecimiento económico en esta nueva fase expansiva, que comenzó en 2014, estaba sustentado por el impacto positivo de tres circunstancias: el favorable tipo de cambio del euro respecto del dólar, el bajo precio del petróleo y la inyección de liquidez mantenida por el BCE. También sabíamos que estas circunstancias excepcionales se irían agotando, como está sucediendo. Ahora, se necesita un cambio de políticas que ponga el acento en la reactivación económica, el empleo de calidad, la erradicación de la pobreza, la disminución de las desigualdades y la mejora solidaria de la calidad de vida de toda la población. 

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